Recibir un no por respuesta, una negativa ante algo esperado, un no hay más que hacer ante una enfermedad o situación en la que se tenía la esperanza de una respuesta alentadora es realmente doloroso, esperar a que algo bueno pase y recibir lo contrario provoca un remolino de sentimientos que no hacen más que terminar tajantemente con el deseo de tu corazón.
Quizá hoy eres tu quien ha recibido una respuesta negativa, el tipo de respuesta que nadie quiere escuchar, un pronóstico médico, un no hay más que hacer, un rotundo no hacia lo que creías sería un sí, y tu corazón se ha entristecido, has sentido como tu esperanza se ha quebrado, y que tu confianza y tu empeño de nada han valido.
Tal vez la respuesta que hoy tienes no es la que esperabas, puedes sentir que todo acabo en ese “NO” que alguien te dio, y has decidido rendirte en la lucha, una lucha que hoy siente que no ha valido la pena porque después de tanto esfuerzo el resultado no es precisamente el deseado, pero hay algo que debes saber, cuando Dios es quien da un “NO” es para decirte “Tengo algo mejor” y cuando alguien más te dice no, también Dios sale a responder y a decir “Yo tengo la última palabra”